Perdemos el brillo de los ojos,
de la piel, de las manos.
Los brazos cada vez se mueven más lentos
y nosotros cada vez estamos más cansados.
No todo el mundo,
no siempre tarde,
pero nos vamos apagando.
Como una vela consumida
dando sus últimos coletazos.
Seguros,
porque creemos saber vivir,
dejamos de hacerlo.
Dejamos de brillar porque el cuerpo,
las ganas, los miedos, las facturas,
el hambre, el frío, las hostias,
la pereza. Pecados capitales.
Ya ni siquiera tenemos vértigo
porque ponerse al borde cansa.
Cansa hasta pensarlo.
Queremos ser más jóvenes,
más guapos, más preparados,
más fuertes, más seguros.
Cuando descubrimos que este,
nuestro cuerpo,
nuestra alma, nuestro ser,
es lo único que vamos a habitar,
ya nos hemos hecho grandes
y estamos abatidos.
Cuando por fin queremos disfrutarnos,
ya no somos nuestros,
ya no estamos vivos.
Ya solo nos queda pedirnos perdón
y seguir con lo que queda de baile.
No todo el mundo.
No siempre tarde.
DESPIERTA.
PATRICIA BENITO.
https://youtu.be/Yc1hKAprfpc