ENZO74

 
Rejestracja: 2007-02-27
“Ando tan textual, que podría comerte a versos”…
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ENTREVISTA AL ÍDOLO MÁXIMO "EL PRÍNCIPE" - GOLAZO DE CHILENA A POLONIA

A 20 años de la inolvidable chilena a Polonia, Francescoli comparte recuerdos, detalles y sensaciones de aquella obra maestra. Y habla de Ortega, Passarella, Merlo, Gallardo...
Jorge López jorgelopez@ole.com.ar

—Enzo, ¿recordás tus movimientos en esa jugada?
—Llegué de frente a la pelota y la paré con el pecho, para hacerla saltar sobre mi cabeza y así ganar tiempo para girar. Tuve suerte y se cruzó al otro ángulo. A veces pienso que, si metía ese mismo gol en un torneo importante, hubiese quedado en la historia...

—¡Pero sí quedó en la historia!
—Fue en un torneo de verano, no en una competición oficial. Igualmente es muy especial, inolvidable para mí y para mucha gente.

¿Será esa sencillez característica de su forma de ser, a veces hasta exagerada, o un verdadero lamento por el contexto de concreción de esa obra maestra? Un repaso de la situación: el partido iba 4 a 4, apenas quedaban instantes de juego y Francescoli lo definió de manera exquisita, con una chilena que se grabó en la memoria futbolera de una época, de toda una generación, un par de segundos de una secuencia que detuvo el tiempo, una imagen repetida por televisión sin pérdida de disfrute a lo largo de los años. Para quitarle aura sólo quedó un resquicio, justamente el dato que remarcó su artífice: sucedió contra Polonia, en un amistoso de verano, en Mar del Plata. O tal vez exactamente lo contrario: si de cualquier manera se convirtió en hito, si después de 20 años no perdió magnificencia a pesar de no tratarse de una instancia deportiva clave, más grande la jugada en sí misma.

—¿Fue el gol más importante o más emotivo de tu carrera?
—Bueno, al menos fue el que más ruido hizo (risas).

—¿Qué sentiste?
—Fue muy especial por el momento en el que se dio. Cuando faltaban 10 minutos, perdíamos 4 a 2 con Polonia y lo dimos vuelta. No dejaba de ser en un torneo de verano, pero en esa época eran más importantes: el estadio lleno, la gente gritando, se dio todo. Me acuerdo de que metí mi segundo gol, lo empató Centurión y en el alargue apareció esa jugada... Cuando entró, lo primero que hice fue correr y correr... Agarré para el lado de la platea, me crucé con Karabin y di un salto tan alto que terminé sobre sus hombros.

—¿Qué tuvo ese festejo? ¿Locura? ¿Rabia? ¿Pasión?
—Fue algo desenfrenado, como cuando sucede un hecho inesperado... Inesperado hasta para mí, aunque entrenaba las chilenas.

—¿Las chilenas?
—Sí. Me quedaba después de hora, cuando terminábamos de entrenar, para practicar definiciones, chilenas, piruetas con la pelota en el aire. Unos partidos antes, contra Huracán, había pegado un tiro de chilena en el travesaño. También me acuerdo de un gol de tijera que le hice a San Lorenzo y otro a Temperley. Me gustaba hacer eso, me divertía estar ahí con la pelota, inventar cosas. Practicarlo ayuda, aunque siempre depende de un estado de ánimo especial para intentarlo...

—¿Cuántas veces lo volviste a ver? ¿Qué te dicen tus hijos?
—Lo vi bastante. No digo que siempre pero, cuando hacen homenajes o pasan goles míos, lo ponen seguro. Mis hijos crecieron con el final de mi carrera, pero ven videos y se impresionan. Los dos entienden que la jugada es atípica, de las que probás muchas veces y no siempre sale.


—¿Qué te dijeron tus compañeros tras esa exquisitez?
—Había como un estado de locura generalizada en el vestuario, en la gente... Me quedé en la cancha dando notas y todos los hinchas, en lugar de irse, se quedaron gritando "uruguayo, uruguayo". Después de cenar en el hotel Provincial, venían todos a saludar. Para colmo, a los pocos días, le ganamos la final a Boca con el famoso gol de Gorosito de cucharita sobre Gatti. No jugué ese partido porque ya estaba acordado con el Bambino, pero lo disfruté mucho. El 86 fue un año increíble: ganamos el torneo y luego el equipo no paró hasta ser campeón del mundo en Japón.


—¿Y si tirás una chilena hoy, a los 44 años? ¿Lo intentás en los picados, con amigos?
—Juego tranquilo, porque es difícil. Si la tiro hoy, me rompo la e*****a (risas)... La caída no es tan fácil. Me acuerdo de cuando jugamos un partido para la Fundación Favaloro y le hice un gol de chilena a Goyco. Debe estar en el archivo, creo que salió en la tapa de Olé. Después lo pensé bien y dije: "Uy, qué locura hice..."

—¿Te da un poco de nostalgia que se cumplan 20 años?
—Me parece que fue ayer: veo cómo se da el partido, Alonso tira el centro, Ruggeri cabecea... Y tengo presente el abrazo de Villazán, mano a mano de amigo.

[]
La sigo abajo porque no entra.